Bienaventurados serán aquellos que me reciban a través de su intrepidez y su determinación.
Bienaventurados serán aquellos que no me esperan sino que me harán crecer en ellos.
Ellos serán los artesanos de Lo que debe venir, ¡inexorablemente!
Visiones esenias Daniel Meurois
Comentario sobre este fragmento:
Estas palabras nos remiten a la célebre frase que afirma: “Dios vomitará a los tibios”, una frase que puede chocar si no se profundiza en su sentido exacto.
En efecto, intrepidez y determinación están a las antípodas de la tibieza ya que caracterizan a todos aquellos que han tomado la decisión de ser un motor en la vida, especialmente en su propia transformación.
Pasividad y temor son siempre frenos para el alma. Cada día, tomémonos unos instantes para identificar nuestros miedos y sus mecanismos. Tomémonos también el Tiempo de alimentar la vida en nosotros fijándonos unos objetivos y un ideal por alcanzar.
El sentimiento de realización, la quietud del corazón y la alegría de vivir no son estados de gracia otorgados por alguna Fuerza suprema. Son los frutos de las herramientas que solo nosotros mismos estamos en medida de forjarnos.
La plenitud nace en aquel que decide por fin llenarse de Amor, no a medias como para tener buena conciencia, sino totalmente.
Llenarse de Amor, enseñaba Jesús, es decidir ofrecer lo mejor de sí mismo al mundo.
Debemos comprender que un don así nos otorga el Aliento porque nos conecta con el Gran Movimiento de intercambio de la Vida. Nos hace entrar en la dimensión de nuestra herencia, la de nuestra filiación divina.
Atrevámonos pues a vivir… aunque temamos caer, pues en verdad, las verdaderas caídas son las del inmovilismo.
Por más humildes que sean nuestros desafíos, no por ello dejan de ser fermentos para nuestra alma y semillas para las alegrías por llegar.
Un paso es un paso… y ninguno es pequeño cuando es el corazón el que lo ha deseado.
Marie Johanne Croteau
