El Método del Maestro
Pista 1
Es un fragmento del aspecto práctico de esta Enseñanza, lo que me he propuesto transcribir en las páginas de este libro.
El Método del Maestro, en efecto, constituye una suma de ejercicios basados en la respiración y la visualización. Éstos están destinados a la purificación de nuestros siete chakras fundamentales… más un octavo, verdadero pilar de la Revelación Crística.
Esforzándome en colocar estos ejercicios en su contexto de la época y restituyendo los comentarios que de ellos hizo el Cristo a sus discípulos, mi intención ha sido redactar un manual de fácil utilización, un manual destinado, no sólo a mejorar el equilibrio del cuerpo humano, sino también a perfeccionar su realización en el plano espiritual.
Mi deseo es que las siete etapas del método, que este libro pone en evidencia hoy con todos sus detalles, sea un agradable útil de trabajo, colocado en el camino de aquellos que buscan sinceramente la salud de su cuerpo y el despertar de su espíritu.
“El Método del Maestro”… un pequeño libro muy sencillo, cuya esencia nos viene de muy lejos… y podría traernos grandes consecuencias.
Reseñas del libro
«¿Cómo podemos estar a la vez «exteriores» a nuestra realidad corpórea y conectado a ella?»
La respuesta que nos fue dada nos remitió a nosotros mismos ya que era al mismo tiempo simple y compleja.
«El secreto que quisierais que divulgara en respuesta a esta pregunta, amigos míos, es simplemente el secreto del dominio… Nadie puede hacerlo probar con palabras porque su misterio no sabría ser traducido por ninguna explicación inteligible a un oído que sólo esté hecho de carne.
La aparente oposición que os plantea encuentra su origen en el hecho de que todavía dividís, separáis, el interior y el exterior, lo alto y lo bajo…
En cuanto a mí, os lo digo, cuando consigáis fundiros en verdad en el Sol de la Conciencia superior, comprenderéis lo banal que era vuestra pregunta. Haréis uno con todo. Vuestro espíritu y vuestra alma se habrán unido con la superficie de vuestra piel y con las profundidades de vuestras entrañas…
Y este estado bendito, creedme, ningún ejercicio preciso os lo hará descubrir y experimentar… porque es la síntesis –única a cada uno– de miríadas y miríadas de caminos que vuestro ser habrá tomado desde el Comienzo de los Tiempos.
Desde la eternidad existe un secreto para cada uno. Así pues, he aquí mi consejo: ni siquiera deseéis ese estado en el que os refugiaréis en Tekla y donde todas vuestras realidades no harán más que una. Sí, me habéis escuchado bien… No lo deseéis… porque incluso ese deseo es un freno, os proyecta fuera del instante presente, ahí donde precisamente se encuentra la llave».
Ignoro si hubo alguno entre nosotros, aquella noche en lo alto del Tabor, que consiguiera vivir un sólo segundo de este estado de unificación revelado por el Maestro. Ninguno de entre nosotros dijo sobre ello una palabra. Sin embargo, es seguro que todos comprendimos una cosa esencial:
Más allá de las prácticas que íbamos a seguir haciendo durante meses y tal vez años, siempre habría una verdad que jamás debería abandonarnos: la del Instante, aquella que nos recordaría no huir nunca hacia adelante, hacia un más allá y un de otro modo de nosotros, en el segundo inmediato.
Sí, íbamos a ponerlo todo en práctica para purificarnos porque realmente queríamos lo que queríamos…
Sin embargo, había sobre todo una verdad que empezábamos a tocar con el corazón. La de la existencia de un Punto en nosotros que nada en el universo podía alcanzar ni corromper. Sabíamos que, fuera lo que fuese lo que nos pasara, sería siempre hacia Él hacia donde nos deberíamos dirigir. Hoy, dos mil años más tarde, podemos darle un nombre a este Punto, a este Diamante de intemporalidad, el de nuestro Cristo interior…